La fotografía como viaje al centro de la caverna.

Hoy día nos parece algo muy común la imagen bidimensional, la imagen fotográfica y la imagen en sí. Vivimos colmados de imágenes; Tanto así, que no entenderíamos vivir en este mundo sin las mismas. Para hacer el ejercicio, es solo ponerse en los zapatos de un invidente o pasar un día en casa con los ojos vendados.

Por tal motivo, hoy me traigo una pregunta que deje abandonada junto a la almohada y en el primer cajón de la mesa de noche, “¿entre un mundo colmado de imágenes es necesario que yo siga construyendo fotografías?”. Como fotógrafo he escapado a esta respuesta por muchos años, pero, como un pensador en proceso (Llamémosle “Aprendiz de filósofo” como aquel aprendiz de mago en Disney, al que todo le salió mal), he tenido una respuesta clara; pero se que si la hago oficial lanzaría las cámaras por la ventana. Así que hoy me replanteo la pregunta, ¿cual es la verdad que se esconde en el análisis fotográfico? (suspiro)…

Para dar respuesta a esto, creo q necesitamos una tijera de infinito filo, pero para hacer la tela mas corta, quiero hablar de esa verdad que esta entre el hacer fotografía y la resolución de las mismas, esa verdad que se deslumbra o se esconde. Como aquel cavernícola que entra o sale de la caverna en un momento específico (Mito de la caverna - Platón).

Aquel cavernícola salta al mundo y es deslumbrado por la luz, como un aprendiz de fotografía, que solo se inspira en la máquina, en la técnica, la nitidez de la imagen… pero al cabo de un tiempo comienza a entender el proceso fotográfico, el mundo mas alla de la nitidez, ese cavernícola comienza a ver el mundo real, sus virtudes naturales y sus desgracias humanas (Sí! me atrevo en este texto a ser juicio de valor a mi especie). Pero recordemos que la fotografía es el proceso en el que necesitamos la oscuridad para hacer visible lo visible, así que como un proceso fotográfico, el cavernícola se da cuenta que los monstruos reflejados en la caverna eran más sanos y que el mundo tras la pared era más inofensivo. Pero de igual manera este cavernícola ya ha mordido la manzana, así que decide ir a contarle a sus amigos de la caverna las verdades que se encuentran afuera.

Al llegar, la oscuridad le ciega, deja de ver ya que sus ojos han perdido la costumbre de este mundo a oscuras, en ese punto el cavernícola no encuentra el camino y mucho menos encuentra a sus amigos. Así, que el procesado de la foto esta en marcha, unas sales de platas se han reventado, o un sensor convierte los fotones en códigos binarios. Hasta que encuentra a los suyos y les cuenta de la realidad vivida afuera. ¿Como entiende el que jamas a olfateado una rosa su olor?, ¿como le describes un sabor a aquel que no tiene lengua?, ¿como se ve el paisaje con la venda en los ojos? Así que, paso a paso, debemos ir interpretando el mundo, como el mismo acto fotográfico, conocer la maquina pero no deslumbrarse con ella, conocer la luz para que las imágenes sean firmes en la sobra del sensor.

No todo es la calidad, pues ella te deslumbra de nitidez. Pero para que necesitas hablar 5 idiomas si no tienes nada que decir en uno… para que son las RRSS si solo decimos memes? Así mismo es la fotografía, un paso a paso, entender la luz y su textura. Tener algo que decir para justificar esa imagen que hoy creamos. 

El mito de las cavernas, hoy día se a convertido en la escalera para verdaderas idioteces, pues la luz ciega y no has de tomar el camino correcto, si no, porque existen los terraplanistas o los antivacunas. Lo mismo vivimos en la fotografía y su uso, en la imagen y su interpretación. Te has preguntado como será una exposición fotográfica dentro de 50 años, o como es una exposición hoy día (a la que nadie asiste).

Por tanto, debemos aprender a leer imágenes. Recuerda que no puedes escribir sin antes aprender a leer. De igual manera educa la vista, no te ciegues. Aprende a observar y no solo ver, aprende a crear, interpretar, y descubrir… Muchas imágenes ya hay en el mundo, ¿son necesarias las tuyas?.

Manuel Lima
2020

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